El juego del calamar (2021): cuándo la crítica social también entretiene.
El juego del Calamar debe verse como una mezcla entre el cine basado en los juegos de supervivencia y la teoría social crítica.
Todo inicio con un meme. En uno de los grupos de FB alguien compartió la imagen de una tarjeta con tres figuras impresas: un círculo, un cuadrado y un triángulo. ¿Qué significa?, me pregunté. Seguí en el scroll infinito y el ecosistema de las imágenes ahora mostraban otras contantes: una muñeca robotizada gigante, el perro cheems haciendo fila detrás de otras personas con suéter verde y, una galleta sol, típica del sureste mexicano, sostenida por una persona asiática. No tardé mucho en entender cuál era la conversación: una nueva serie en Netflix, El juego del Calamar (2021).
Hace unas semanas esta producción surcoreana lideró al conversación en el espacio digital. Según Ted Sanados, uno de los codirectores de Netflix, El Juego del Calamar (2021), si mantiene el ritmo, podría ser la serie original más vista de la historia. ¿Qué fue lo que la hizo tan popular? Veamos algunas ideas.
Un resumen de El Juego del Calamar
La serie narra la historia de una competición, basada en juegos infantiles, donde los ganadores recibirán un premio económico alto. La mayoría de los participantes son gente que debe cantidades extraordinarias a los bancos o que, de alguna forma, no tienen ningún tipo de vínculo afectivo con alguien en la sociedad; es decir, no tienen familia o son extranjeros. Todos aceptan voluntariamente tras recibir la tarjeta de invitación. La oportunidad de conseguir el dinero, concursando, es demasiado buena. Sin embargo, en el primer juego de la competencia se encuentra el giro que nadie esperaba: los jugadores que sean descalificados durante las rondas morirán violentamente.
El Juego del Calamar sigue de cerca a Seung Gi-Hun y quien tendrá el número 456 en la competición tras ser el último en llegar. Sabemos que es un desempleado, antiguo trabajador de una fábrica y que se perdió el nacimiento de su hija al participar en la huelga. Vemos que vive con su madre y utiliza su pensión para pagar sus boletos en apuestas y otros medios de enriquecimiento dudoso. 456 mantiene esa personalidad cobarde, torpe y dubitativa a lo largo de la serie.
¿Qué fue lo que nos gustó tanto?
Hay una idea general entre los cinéfilos que aquello que en la antigüedad prestreaming se conocía como blockbuster, o taquillazo, era solo posible para películas que repetían fórmulas canónicas y aprobados por grandes estudios, y cuyo discurso no transgredía ninguna norma del gusto masivo.
Una película era exitosa si vendía lo mismo que cualquier McDonalds en un centro comercial. Basta mirar las cintas más taquilleras del cine mexicano para entender este punto.
Pensando en este escenario, uno podría suponer que El juego del calamar desarrolla un argumento similar, fácil de entender y cuyos giros argumentativos se prestan a esa facilidad interpretativa que gustan al grueso de los espectadores. Sin embargo, esta serie es otra cosa.
El juego del Calamar debe verse como una mezcla entre el cine basado en los juegos de supervivencia y la crítica social. En el primer caso pienso en cintas como la trilogía de The Hunger Games, Maze Runner, Divergente o en Battle Royale. El mismo director, Hwang Dong-hyuk, se inspiró en el cómic de esta última. Sin embargo, también hay mucho de la lucha de clases descrita en El Manifiesto Comunista y que en producciones cinematográficas contemporáneas como La purga y, especialmente, Parasite, se ha mostrado.
En la serie, la competencia es patrocinada por los VIPS, un grupo de ultra ricos, miembros de la élite global, y quienes pueden apreciar los versos de Shakespeare y degustar de los manjares culinarios más exquisitos. Cuando, en el campo de juego, los participantes son brutalmente asesinados y sometidos a pruebas extremas para continuar en la competencia.
Al igual que un espejo embrujado, El Juego del Calamar presenta un cuadro futuro de las aspiraciones y luchas de las personas que habitan en el capitalismo. Un modelo económico que ha permitido el desarrollo en los países, pero que ha dejado a un grueso de la población en hambruna y deuda extrema. La serie conecta con un gran público por esa razón. Es fácil sentir ese dilema qué experimentan los personajes y que los arroja a entrar a una competición violenta, porque esos dilemas también son nuestros, los de la gente común.
Tenemos, al final, crítica y entretenimiento.
¿Existirá una competición así? ¿Dónde los más ricos del mundo paguen para ver como despedazan los que tienen menos? La mala noticia del relato es esta, sí existe, es nuestro sistema económico capitalista y competitivo.
Sin embargo, en el primer capítulo, cuando se dictan las reglas generales, El Juego del Calamar deja un mensaje de esperanza para terminar es(t)a competición:
Regla 3: Los
juegos terminarán si así lo acuerda la mayoría